Los antiguos anatomistas decían que el nervio auditivo se dividía en tres o más caminos en el interior del cerebro. De ello deducían que el oído podía escuchar a tres niveles distintos. Un camino estaba destinado a las conversaciones mundanas. El segundo era para adquirir erudición y apreciar el arte y el tercero permitía que el alma oyera consejos que pudieran servirle de guía y adquiriera sabiduría durante su permanencia en la tierra.
Clarissa Pinkola Estés
El canto que produce esta luz salpicando en la superficie del agua tomó el tercer camino. Lo tengo ahí: resonando en el alma. Melodía compuesta de notas lumínicas. Sutil y encantadora…
Dentro de veinticuatro horas me embaracaré en un nuevo viaje hacia las profundidades del mar. Imposible saber la ruta ni la calidad de la travesía. Tan solo sé los puntos de partida y de llegada. Yo era una niña muy inquieta que siempre exploraba todo lo que pudiera ser explorado: su cuerpo, sus emociones, su casa, su barrio, el sonido de la voz de los demás. Me pasaba horas mirando mis pies y mis manos y tratando de entender cómo se movían mis dedos, cada uno por su lado y no sabía si yo les ordenaba moverse o si lo hacían por su propia voluntad. Esto era fascinante pero al mismo tiempo me atemorizaba un poco. La idea de que alguien más me habitaba y controlaba esos movimientos me intrigaba. No entendía el mecanismo… Sabía que se movían o no porque yo así lo deseaba pero el simple hecho de observarlos cambiaba la cualidad de ese movimiento porque enseguida pensaba: «me puedo ver a mí misma viendo mis dedos. Y también los veo moverse. Y si yo los muevo también los estoy moviendo y además estoy pensando todo esto y me estoy hablando a mí misma y me escucho claramente». Y me parecía totalmente extraño existir simultáneamente en todas esas dimensiones… Sentir que ‘YO’ era todos esos yoes o tal vez no todos… ¿Y entonces cuáles sí y cuáles no?
Afortunadamente no desarrollé ninguna clase de esquizofrenia (de la que yo sepa hasta ahora), pero ese deseo de explorar me ha acompañado toda la vida. De explorarme, principalmente. Y puedo decir que cada viaje me ha llevado a lugares inimaginables como por ejemplo, a este desde el que escribo hoy, a propósito del canto de la luz al estrellarse contra el agua. Estrellarse: hacerse estrellas, soles danzantes en la superficie en movimiento que forman un camino de luz. Llevaré conmigo a esa niña para que salte de sol en sol y pise cada uno de ellos con esos dedos de sus pies siempre inquietos. Ella siempre se guía por melodías luminosas, sabe entender el susurro de los destellos y seguirlos. Seguramente porque sabe escuchar desde el nivel correcto. El lugar desde el que escribo esto está sobre el puente del tiempo y me ha permitido observar a esa niña mirando el movimiento de sus dedos e invitarla a viajar conmigo. Cuando uno se adentra en las profundidades del mar, siempre es bueno contar con una guía experimentada…
Welcome back, querida amiga! El nuevo blog promete… seguiremos con ilusión los pasos de esta niña que mira, viaja y cuestiona. Un abrazo muy muy fuerte.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Gracias!! besos miles
Me gustaMe gusta
Espero, y deseo, que esa niña esté siempre contigo, querida amiga… Un abrazo fuerte
Me gustaMe gusta
Siempre lo está, querido amigo. Un abrazo inmenso!
Me gustaMe gusta
y vamos, por los puentes y los mares!
Me gustaMe gusta
Y más allá. Siempre más allá 😉
Me gustaMe gusta
Espero que esta nueva etapa sea bella y productiva para tí y para todos tus seguidores, querida amiga. El comienzo no puede ser mejor… Un abrazo desde el otro lado del mar, ese mar que simboliza aquel en el que vas a sumergirte.
Me gustaMe gusta
Muchas gracias amiga… Con la inspiración que hallo en ustedes, así será… Un abrazo transoceanico!!
Me gustaMe gusta