Caution

16299073_1301694616562339_6889961658890694334_n

No hubo quien me detuviera cuando quise aventurarme por el bosque a pesar del feroz aullido que llegaba desde lejos como un hechizo errante. Tampoco lograron detenerme cuando el mar estaba embravecido pero yo ya había levado el ancla de mi barco. Trataron de impedir que me lanzara al abismo pero el llamado de su profundidad era tan apremiante que logró asirme como si tuviera dos fuertes manos y me llevó hacia sus entrañas.

Me advirtieron que el amor era un peligro y que elevarse por encima de los demás era pecado de soberbia. Me dijeron que no hay que confiar ciegamente ni abirse por completo como un raudal sino darse de a poco, gota a gota y con cautela. Pero no lograron evitar que cometiera los errores que cometí por impetuosa, temeraria y arrogante. Y luego no pudieron refrenar el impulso renovado de mis ansias por amar de nuevo y saber siempre más.

Llegó un punto en que sentí hastío por las actitudes blandas y me hartó lo melifluo al punto de no soportar el contacto con gente demasiado ‘azucarada’. Pero tampoco toleraba la radicalidad y la mojigatería. Cuando sufría ataques de antipatía trataba de recuperar lo proyectado como rezan las buenas costumbres de la ‘tradición’ y el ‘camino’ pero no siempre lo logré y en esas ocasiones tuve que otorgar a cada quien la posesión legítima de su propio complejo y simplemente alejarme de su agobiante presencia.

Conozco a algunos de mis demonios al punto de ser capaz de invocarlos por su nombre cada vez que preciso de su consejo o que me es necesario desenmascararlos cuando me doy cuenta de que me están haciendo alguna jugarreta. Intento acercarme a ellos con astucia para que no me ganen por experiencia pero a veces es necesario que los fulmine con un rayo y los ponga en su sitio con un ensordecedor trueno. Ellos luchan por defender «sus» dominios y yo trato de lograr acuerdos de convivencia cuando no logro desterrarlos por completo… A fuerza de prueba y error he perfeccionado ciertas estrategias de combate pero el infierno es un reino tan vasto que cuando HAY QUE descender a él, siempre se debe prestar atención al camino y a los habitantes que van saliendo a nuestro encuentro y declarar la guerra cuando es inevitable el enfretamiento y no hay posibilidad de tregua. Aunque tambien considero una buena opción sentarme a conversar amistosamente con mis demonios si tengo té y galletas… Pero siempre me cuido de que no traten de imitar mi voz o sentarse en mi silla, o legitimar las voces del miedo y la duda enmascarándolas de sensatez. O sea, hay costumbres de sobremesa que están permitidas en estos encuentros y otras que no lo están, bajo ningún concepto. Por poner solo un ejemplo, podemos chismosear acerca de alguien o hacer burlas inofensivas a su costa, pero no es dable poner a la persona en el plato en que debe ir el postre, como si fuese parte del menú… Es decir, uno no debe consentir ser víctima de su invitado, ni siquiera dando un inocente paso al frente, por más que quiera ser un buen anfitrión…

4 comentarios sobre “Caution

  1. Inevitables y benditos ‘ataques de antipatía’ que nos libran de un montón de pesadeces. Pero haces bien de no incluir en el menú según qué 😉
    Deberías abrirte un perfil en ‘gravatar’, querida. Así podrán encontrarte también a través de los comentarios que tú dejes en otros blogs.
    Besos! un montón.

    Me gusta

Deja un comentario